Poesia

sábado, 29 de mayo de 2021


 

Historia de la ciencia: prácticas y enfoques

Compartimos las reflexiones de Miguel de Asúa, doctor en medicina, historiador y filósofo de la ciencia

 

La tarde que estuve frente a los tapices de “La dama y el unicornio”, en el Museo de Cluny, no tuve dudas acerca de por qué esa serie es considerada como un icono del arte y pensamiento medieval. La sala está dispuesta en función de ellos. Cada uno, con luz propia, resalta en un espacio despojado, silencioso, en el que entre penumbras se dibujan las siluetas de unos bancos sencillos desde donde contemplar. Cada tapiz de la serie hace referencia a los sentidos del tacto, el gusto, el olfato, el oído, la vista y un sexto titulado «A mon seul désir» (Sólo por deseo mío).

Los animales fantásticos, entre ellos los unicornios, ocuparon un lugar importante en el arte y pensamiento Medieval. La preocupación por ellos -fantásticos, reales, conocidos o provenientes del Nuevo Mundo-, han sido abordados desde entonces por disciplinas científicas.

Miguel de Asúa, médico y doctor en Medicina (Universidad de Buenos Aires), bachiller y licenciado en Teología (Universidad Católica Argentina), M.A. en Historia y Filosofía de la Ciencia y Ph.D. en Historia, con concentración en Historia de la ciencia e historia medieval (University of Notre Dame, EE.UU.), ha dedicado una parte importante de su trabajo, según relata, a estos temas. Sus tesis de maestría y de doctorado se enfocaron en el estudio de la representación de los animales fantásticos en la transición del Medioevo al Renacimiento y en los comentarios medievales al De animalibus de Aristóteles, en particular los de Pedro Hispano y Alberto Magno, en el siglo XIII. En torno a ello y a sus reflexiones acerca de la historia y filosofía de la ciencia se orientó la vista que compartimos.  

¿Cuál puede ser el lugar de la historia de la ciencia y del pensamiento medieval en nuestros días? Con esta pregunta iniciamos la charla, en la que de Asúa relató su recorrido hasta llegar a la historia de la ciencia medieval, el ejercicio de la historiografía, el lugar en que considera que el diálogo entre saberes y disciplinas es más fructífero.  Miguel de Asúa reflexiona acerca de mirar la historia de la ciencia como un proceso de aprendizaje, como contenido y también como forma de abordaje. La visión de algo se enriquece cuando complementamos la consideración directa de la cosa con lo proveniente de otra mirada”[1].

Para de Asúa, su motivación y preocupación ha sido siempre enfocarse en “la cosa en sí”, por sumergirse en las fuentes y dejarlas hablar con voz propia, fuera de intermediarios o intérpretes. Por el solo gusto de “jugar”, como él mismo expresa. Tal vez en el mismo sentido al que hace referencia el tapiz «A mon seul désir».

PD



[1] La ciencia en Argentina entre siglos. Textos, contextos e instituciones, Marcelo Montserrat (comp.). 2000; Buenos Aires, Manantial. , 2000.