Poesia

lunes, 18 de julio de 2011


El día 7 de Julio de 2011 se presentó el libro Mutismo de la roca en el CeDIP, Centro Cultural Recoleta. Con la locución de Silvia Lopez Hassell, la presentación fue realizada por el escritor, periodista y abogado Miguel Canale, quien trajo las palabras de Fernando Sanchez Sorondo. En la voz de la actriz Fernanda Pèrez Bodria pudieron oírse poemas del libro, y el "Rain dogs quartet" dio el marco musical al encuentro.


Ante una amplia concurrencia de amigos, compañeros de caminos, de letras y ciencias, de pensares y sentires, el encuentro se orientó a "lo otro", a esa palabra no dicha que nos trae la obra poética.

Sobre el camino de la poética, que puede ser un jugar, un entretenerse con la palabra, pero que no está exento de combates, de luchas, de podas. Un ir dejando de lado aquellas palabras  que están de más, y quedándose con las más relevantes, las que dan a escuchar, no por ellas sino por lo que no dicen del todo, las que llevan a otras, a las no dichas: "hurgar en el silencio/ de alguna palabra,/ esa que nadie reclama".
El camino de la palabra como un experimentar, un transitar no sólo por lo dicho sino particularmente por lo no dicho, por lo faltante, por lo otro. Un descubrir que hay otras formas de ver, de decir, de sentir.
De otro modo, ¿cómo darle un nuevo sentido a lo cotidiano, como transitar en esos espacios o situaciones si no es dando un tono poético, poniendo colores, o música? Apostando por seguir, como dice el poema: "Brindando por una nueva batalla, por otro camino".
¿Cómo transitar el límite, el dolor, si no es con poesía, con música, con palabra?, es decir, ¿cómo darle otro destino al padecer humano, cómo transformar el mundo si falta la palabra, la música, la poesía, el sentir?
Vivimos acelerados, en cambio constante, con incertidumbre, ambivalencia, con falta de seguridades, terremotos, cenizas, “realidades”, o "realities"? Pero por suerte sigue habiendo espacio para la metáfora, para la imagen, para la palabra. Hablamos de la realidad y su dureza como aquello que se nos presenta, que esta allí afuera y que en definitiva casi siempre nos cuesta  aceptar. Tal vez sea más fácil aceptarla y abrazarla, y aún cambiarla, si la vemos con otros ojos, si la vestimos y disfrazamos como un carnaval callejero, y si agregamos algo de magia, de misterio, de poética.
Se puede perecer, caer ante el peso. Se puede luchar y también se puede oír.  De allí el título, un "oyendo el mutismo de la roca". Aún la realidad más dura, aún el ser más duro, tienen una palabra para dar, esa palabra no dicha, que la poesía viene a rescatar.
Tal vez no oímos lo suficiente, no nos favorece el tiempo presente para lograr momentos de escucha verdaderos. Pero hay encuentros, momentos, lugares, segundos, que con disposición, oídos atentos, anteojos de fantasía, diccionarios inventados, traen nuevos sentires nutriendo palabras.
El transitar la palabra poética puede ser entonces un aprendizaje, el de esa palabra no dicha, entre un alguien y un otro. Un camino en que el pensar se va tornando en otra cosa, tornándose sentir y vibrar.
Y va siendo entonces expresión de lo otro: de lo que esta fuera de lo cotidiano y creemos concreto, real, palpable, de lo que pesa, de lo comprobable experimentalmente. Va haciéndose expresión de aquello  que no se puede definir en forma positiva porque justamente es lo que no es, lo que no se puede decir ni nombrar, lo otro, que surge del encuentro con el otro, y ante lo cual, por suerte, nos queda el sentir y el soñar.
Tal vez la palabra poética sirva para acompañarnos en ese camino, no sin combates, en que aún la roca pierda su mutismo y tenga algo que decir, porque ciertamente podemos esperar esa “otra cosa”.
Tal vez alguna palabra nos ayude a “Condensar eternidades en un breve instante”, como cierra el libro.



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